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Antonio Nariño: Un legado construido con esfuerzo y esperanza

Actualizado: 20 feb

Antonio Nariño, un barrio emblemático de la comuna 16 de Cali, ha sido testigo de la vida de numerosas familias desde los años 60. Conocido inicialmente como Cinta Larga, este barrio surgió en un terreno lleno de desafíos: sin acceso a agua potable y con viviendas de bareque.


"Cuando llegué al barrio Antonio Nariño, tenía tan solo 15 años", recuerda Luz Dary Barragán.


Gracias a los testimonios de los adultos mayores Rubiela Cuspoca, Luz Dary Barragán, Edgar Paspur, Luis Ernesto Peláez y Derling Cadavid, hemos podido rescatar y valorar una historia que forma parte de nuestra identidad. En el comedor comunitario Levanto Mis Manos, ellos comparten sus vivencias, revelando cómo el barrio ha transformado su entorno y sus vidas. Sus relatos reflejan la resiliencia y el esfuerzo colectivo de una comunidad que, en tiempos difíciles, se unió para construir infraestructuras esenciales, como el canal de aguas residuales, mejorando así la calidad de vida de sus habitantes.


"Había muchas casitas de bareque, de esterilla. Algunas estaban medio construidas. Las calles no estaban pavimentadas, ni andenes había. La gente hacía caminos de tierra, tratando de organizarlos como podía", recuerda Rubiela Cuspoca. Sin embargo, la comunidad no se dejó vencer por las dificultades. Con trabajo en equipo y esfuerzo, comenzaron a mejorar las condiciones del barrio.



El reto de los servicios públicos


El acceso a los servicios públicos fue un reto enorme. En un principio, no había electricidad. "Nosotros nos pegábamos a los postes y de ahí pasaban la luz a las calles. ¡Qué miedo! Era muy peligroso", recuerda Rubiela Cuspoca Con el tiempo, lograron gestionar la instalación del fluido eléctrico y los primeros contadores.


El agua tampoco llegaba de forma convencional. Se distribuía a través de mangueras improvisadas: "No había agua, venía por mangueras. ¿De dónde salía? No lo sé, solo sé que había mangueras larguísimas y con eso nos abastecíamos", recuerda Derling Cadavid. Con la organización de la comunidad, eventualmente lograron acceder al acueducto y comenzaron a pagar por el servicio.


Desde la llegada de los primeros pobladores, se forjaron lazos de solidaridad y apoyo mutuo. Edgar Paspur recuerda cómo, junto con otros vecinos, trabajaron para conseguir servicios básicos como el agua y la electricidad. Sus historias son ejemplos inspiradores de trabajo en equipo y determinación.



Cada rincón de Antonio Nariño guarda un pedazo de esta historia, donde cada familia ha dejado su huella. Gracias a los adultos mayores, hoy podemos conocer este legado de lucha, solidaridad y trabajo en equipo.


Agradecemos profundamente a Rubiela Cuspoca, Luz Dary Barragán, Edgar Paspur, Luis Ernesto Peláez y Derling Cadavid por compartir sus experiencias. Su memoria es un tesoro invaluable que nos enseña la importancia de la comunidad y la perseverancia.

Rescatar esta historia es fundamental para fortalecer nuestra identidad comunitaria y construir un futuro más consciente de nuestras raíces.


Invitamos a todos a celebrar y honrar la historia de Antonio Nariño, porque cada relato es un ladrillo en el camino hacia un mañana más unido.

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